Transoxiana 2 - Junio 2001 |
Este trabajo, presentado de manera esquemática por razones de espacio, es una síntesis introductoria al tema del âsana enfocado de manera integral, y puede ser el punto de partida de futuras investigaciones. Se buscó dar un fundamento en los textos tradicionales y en autores de libros importantes en el campo del yoga.
II. DEFINICIÓN DE ÂSANA:
Para comenzar a hablar del âsana, inevitablemente, hay que recurrir a los aforismos de Patañjali, que orientan las prácticas y trazan los lineamientos generales.
Los aforismos no desarrollan el tema de los âsanas, de eso se encargan los textos del Hatha yoga, Patañjali da el qué y el cómo (lo que hace a la esencia del âsana) y el por qué (el objetivo) de los mismos y es en eso, precisamente, donde reside su importancia.
Patañjali dedica tres aforismos al âsana, en II,46 lo define como aquello que "es estable y cómodo", agregando en II,47 que esto se logra "mediante la relajación del esfuerzo y la concentración en lo infinito".
El término "samapatti", concentración, tiene implícita la idea de fusión en aquello en lo que uno se concentra. Dice Vyâsa: "cuando hace de la idea de infinito su propio contenido."
Es decir que para que realmente se produzca lo que podría llamarse 'el estado de âsana' el practicante debe permanecer firme, cómodo y relajado, pero sobre todo debe lograr que su mente no se disperse, que esté alejada incluso de la postura misma, en un estado de concentración.
En la Bhagavad Gîtâ encontramos la misma idea: "Una vez preparado el asiento, en total reposo ha de practicar el yoga, para la purificación de su alma, uniendo su mente con la fuerza vital que habita en su cuerpo hasta poner su mente en paz. En este silencio el alma se encuentra en presencia del Uno."
Aquí se remarca el objetivo del âsana (que es el mismo de todas las prácticas yóguicas): encontrarse en la presencia del Uno. Esto es lo que no hay que dejar de tener en cuenta: el fin.
Como este sentirse un todo con lo Infinito no es fácil de realizar, se puede, en la práctica, ir avanzando gradualmente con técnicas que estén en función de ese logro. Svâmi Kuvalayânanda sugiere la práctica de pranadhârana, que es la concentración en la entrada y salida del aire por las fosas nasales; propone también cultivar lo que se denomina una 'sensación oceánica', meditando en la imagen de un lago o un mar inmensos. Ambas técnicas tienen como propósito alejar la mente lo más posible de las posturas, lo que conlleva a una relajación cada vez mayor del cuerpo.
En Hathapradîpikâ dice sobre pascimatanâsana: "permanecer reposando con la frente sobre las rodillas" y agrega, refiriéndose a los efectos, que "produce el ascenso de pavana a lo largo de la espalda."
Es decir que a partir de la relajación uno puede conectarse con las sensaciones resultantes de la postura, lo que permite una realimentación constante en la práctica. (La sensación, producto de la acción, indicará si uno debe corregir o seguir profundizando en el mismo sentido.)
III. OBJETIVO DE LOS ÂSANAS:
Podemos plantear dos tipos de objetivos: los específicos de los âsanas, que por la preparación del cuerpo apuntan a la estabilidad de la mente (ambos objetivos parciales) y el objetivo último, que sólo puede lograrse cuando la mente se estabiliza.
La Realización del ser.
El yogasûtra de Patañjali I,2 define el yoga como la estabilidad
de la mente, y el I,3 aclara el 'para que': "entonces el Vidente permanece
en su propia naturaleza." En otras palabras, se busca el encuentro del
hombre con su verdadera esencia.
Entonces éste, que es el objetivo último del yoga, también lo es del hombre: La eterna pregunta del hombre es por su identidad. ¿Quién soy yo? ¿Cuál es el sentido de mi vida?
"El ser humano siente el impulso de conocerse a sí mismo, para poder orientarse a sí mismo y ser más sí mismo," y cuando el hombre se conoce, se da cuenta de que es un ser limitado, incompleto, siente (dice el Padre Quiles) la 'angustia óntica' y es ese sentimiento el que lo impulsa a 'ser más'. ¿A ser más qué? Más hombre. En términos del Padre Quiles, a ser más sí mismo; en contexto hindú, a realizar âtman-brahman, en contexto de Patañjali (samkhyano), a lograr kaivalya, el aislamiento del Purusha. En fin, a Realizarse.
El tema de la liberación aparece Iluminando gran cantidad de los pasajes en los que se describen los âsanas.
Los textos del Hatha yoga comienzan diciendo cual es el fin al que se apunta, y a lo largo del desarrollo de los mismos, se insiste una y otra vez sobre ello.
Es muy frecuente encontrar pasajes similares a éste: (sobre siddhâsana) "abre la puerta que conduce a la liberación." Lo mismo dice el Shiva Samhitâ.
Expresiones de este tipo referidas a padmâsana y otros âsanas, que ponen de manifiesto su fin espiritual, se encuentran en estos y otros textos.
Dentro de los objetivos parciales podemos hacer una distinción entre aquellos que son específicos de los âsanas y aquel que es el fin de todas las prácticas yóguicas. Los primeros sobre el cuerpo, el segundo: la quietud de la mente.
"El (primer) objetivo de los âsanas... es el de mantener el cuerpo flexible... y en buen estado de salud, a fin de que sea un apto instrumento de la concentración de la mente y de la ascención del alma a Dios."
Clasificación de los âsanas en culturales, de relajación y meditativos
El Gheranda Samhitâ dice que los âsanas son para el fortalecimiente del cuerpo, precisamente eso es lo que buscan los âsanas culturales. Esto nos conecta con el tema de la clasificación de los âsanas; en culturales, de relajación y meditativos. Los âsanas culturales (shalabhâsana, bhujangâsama, sarvângâsana, halâsana, etc.) aumentan la potencia de los músculos, mejoran el funcionamiento de los órganos internos, del sistema circulatorio, etc., intentan dar el tono muscular adecuado al cuerpo.
Para evitar efectos contrarios a los que se buscan, la práctica debe ser progresiva, (se insiste mucho en los textos sobre esto) y bajo la dirección de un maestro experimentado. Los âsanas de relajación son posiciones en las que el practicante permanece acostado y buscan dar reposo al cuerpo y a la mente. Los âsanas meditativos son posturas sedentes en las que el tronco debe mantenerse erguido, logrando el practicante una posición estable y confortable. Son las posturas que se utilizan para la práctica del prânâyâma y de la meditación.
En los textos encontramos la descripción de estos tres tipos de posturas, y los efectos que ellas producen, desde brindar salud al cuerpo, (incluso hasta se llegan a enumerar las enfermedades que se curan por la práctica de determinados âsanas) y flexibilidad a nuestros miembros, hasta el hecho de otorgar ciertos poderes y obtener conocimiento.
Pero el principal de estos objetivos inmediatos de los âsanas, sentencia Patañjali en II,48 es el cese del asalto de los pares de opuestos. En la Bhagavad Gîtâ Krsna alienta a Arjuna: "... elévate y libérate de ellos (los tres gunas) , permanece en la verdad que está más allá de todos los pares de opuestos..."
... porque quien "no es perturbado por las penas ni anhela las alegrías, ... estando más allá de la pasión; éste es un sabio de mente equilibrada"
Las prácticas apuntan a la quietud de la mente y ésta permite el salto a la otra orilla. Pero no son sólo los âsanas los que permitirán lograr esto, el camino debe ser integral.
IV. CAMINO INTEGRAL:
a- El âsana como fundamento
Es por eso que Patañjali plantea un sendero de ocho pasos (yama, niyama, âsana, prânâyâma, prathyahâra, dhâranâ, dhyâna, samâdhi), el Hatha Pradîpikâ de cuatro (âsana, prânâyâma, bandhas y mudrâs, nâdânusandhâna) y el Gheranda Samhitâ de siete (krîyas, âsana, mudrâs (con dhârana), prathyahâra, prânâyâma, dhyâna, samadhi). Los âsanas se encuentran siempre entre los primeros escalones, con ellos comenzaría la técnica yogui propiamente dicha.
Dice el Hatha Pradîpikâ "En primer término se estudian los âsanas, ya que constituyen la primer etapa del yoga," lo que no significa que una vez que se ha logrado el âsana se haya superado esa etapa y se la abandone para pasar a la siguiente.
Los distintos estadios se van integrando, por ejemplo el practicante debe observar la normas éticas durante toda su vida, a lo largo de todo el camino. Con respecto a esto último, en el Hatha Pradîpikâ no aparecen detallados los yamas y niyamas, pues se sobreentiende que el discípulo, que vive en casa de su maestro, los practica. Sin embargo, se mencionan los âsanas en relación con mitâhara: "Alcanza la realización aquel yogui que practica continuamente siddhâsana durante doce años al tiempo que hace observación del yo y una dieta moderada (mitâhara)," lo mismo ocurre con las otras prácticas: "El yogui, sentado en muktâsana, y realizando sambhavimudrâ, deberá escuchar, con mente concentrada, el sonido interno, que se percibe en el oído derecho (nâdânusandhâna)." "(En siddhâsana) permanecer quieto, con los órganos de los sentidos bajo control (prathyâhâra) y con la mirada fija en el entrecejo ..."
"Las religiones evolucionadas han creado siempre algunas normas ascéticas, que en general han incluido técnicas corporales y espirituales, junto con la vida moral y la práctica metódica de la oración, contemplación y concentración."
El prânâyâma sólo puede practicarse luego de haberse perfeccionado en el âsana
Precisamente en función del mismo (y también de la meditación) es que en todos los textos se les da mayor importancia a los llamados âsanas meditativos. Dice el Hathapradîpikâ: "El yogui, sentado en padmâsana y reteniendo el aliento inhalado por las nâdîs, alcanza la liberación..." En los textos se describen algunas de las 84 âsanas más importantes, de éstas se resaltan cuatro, que en su mayoría son posturas meditativas.
A propósito de esto el Aparoksânubhuti resalta la postura correcta: "El sabio, teniendo inmóvil el cuerpo, con las tres partes superiores (tronco, cuello, cabeza) erectas..."
Como ya se vio, la principal característica es la columna erguida.
El Padre Quiles dice de padmâsana que "es una posición propicia para la experiencia religiosa" y que "la condición precisa para que esta posición produzca el efecto tanto corporal como espiritual es la inmovilidad... ¿por qué?... porque cualquier movimiento del cuerpo, aun el parpadeo, produce un movimiento en la mente, y por consiguiente la desconcentra."
La postura yóguica es un modo de estar que conduce a un modo de ser. Y esto lo vemos ya desde su etimología, âsana significa estar sentado, pero también: estar, encontrarse en, existir. Eliade habla de un "abolir la modalidad humana de existencia", entendiendo que ésta es móvil, agitada, arrítmica, y que lo que se busca es todo lo contrario, una posición del cuerpo inmóvil, hierática, arquetípica, en la que el yogui sobrepasa mentalmente la modalidad profana del ser, se vuelve autónomo con respecto a las influencias externas, los sentidos no lo proyectan hacia afuera, está "concentrado", "unificado". El yogui vuelve en si, toma posesión de sí mismo.
Pero el sólo hecho de permanecer quieto y relajado en una determinada posición no la transforma en âsana, como se vio antes, lo que determina el mismo es la intención. Shankara sentencia en el Aparoksânubhuti: "La completa absorción en el uniforme Brahman debe ser conocida como equilibrio de los miembros del cuerpo. La mera rigidez del cuerpo como un tronco seco de árbol no es equilibrio."
V. PRÁCTICA CONSTANTE:
El camino, además de integral, debe ser de constancia en la práctica. Éste es un tema en el que se insiste una y otra vez en todos los textos. Para detener las fluctuaciones de la mente, Patañjali dice que se necesita del ejercicio y del desapego y que "el ejercicio deviene estable cuando se cultiva durante largo tiempo, sin interrupción y con profunda atención."
Los efectos se verán gracias a la práctica constante, "no por la mera lectura de los Shastras... (tampoco por) ...usar cierto tipo de ropa y hablar sobre el yoga... Sólo la práctica da éxito. Esto es la indudable verdad."
"Con el ejercicio constante y metódico... del ser más sí mismo... aumentará su paz, su libertad, ... su felicidad de ser más sí mismo."
VI. LA REALIZACIÓN:
a- Relación mente-aliento
Se mencionó antes que las posturas meditativas eran las más importantes, y que era fundamental la relación âsana-prânâyâma, esto es así porque hay una especial interrelación mente-aliento.
"Cuando se medita en el yoga del Eterno Conocimiento, el movimiento de la mente y del aliento vital están en armonía, trayendo como consecuencia paz interior y concentración: esa concentración es pura."
El Padre Quiles nos explica que "la médula espinal es el conducto no sólo de los haces nerviosos sino también de los canales sutiles de la fisiología yoga." Una vez que el practicante ha aprendido como abrir susumnâ, el canal central a lo largo de la columna, debe hacer que el prâna fluya por él. En HP III,120 leemos: "El yogui en vajrâsana debe mover kundalinî y luego practicar bhastrikâ, de este modo kundalinî será rápidamente despertada" y cuando kundalinî es despertada el prâna permanece inmóvil en el vacío y la mente es apartada de los objetos
Y "al abandonar todos los objetos de conocimiento, manas se funde en Brahman, y cuando manas se funde sólo queda el Absoluto."
VII. CONCLUSIÓN:
En síntesis, el yoga plantea un camino integral que, partiendo del trabajo del cuerpo, por medio de los âsanas, lo purifica y fortalece de modo de hacerlo instrumento apto para el camino espiritual y la realización del hombre.
A través de la postura estática, con los sentidos bajo control, el yogui puede emprender el camino de interiorización; con la acción de bandhas y mudrâs se despierta la energía interna (kundalinî) y, mediante el prânâyâma, al controlar su aliento controla su mente que, en quietud, se hace capaz de recibir la iluminación.
"Con la mente en calma, con la vista dirigida a la punta de la nariz, aquel en quien el sol y la luna están también reducidos a un estado de suspensión, que se encuentra en un estado de quietud del cuerpo, de los sentidos y de la mente, alcanza la morada que tiene la forma de la luz, que es el origen de todo, que ella misma es todo, refulgente, la Realidad Suprema. ¿Qué más se puede decir acerca de esto?"