Transoxiana 6 - Julio 2003 |
Abstract: The iconography of Aten during the Eighteenth Dynasty in Egypt and its relation to 'Amarna ideology': The reform carried out by Akhenaten (Amenophis IV) implied the development of a more universal idea of the sun, and was the outcome of a process of centralization initiated by Amenophis III. This paper aims to demonstrate: a) the existence of Aten as a divinity already before the reign of Amenophis IV; b) the development of Aten from his beginnings as an inanimate disk symbol to a divinity, and c) the relation between the concept of the solar disk (Aten) as a symbol of the universal lordship of the Pharaoh and the development of the idea of imperialism.
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Este trabajo se propone analizar el desarrollo de la iconografía de Aton, durante el reinado de Akhenaton, desde su identificación con Re-Harakhte (representado en forma humana y con cabeza de halcón) y otros dioses, hacia la imagen más abstracta del disco solar dotado de numerosos brazos que terminan en manos.
Además, nos proponemos establecer las relaciones existentes entre la ideología amarniana y la iconografía de Aton, a fin de poder comprobar que la imagen del disco solar (Aton) fue el símbolo del poder real y de la idea imperial.
La existencia de Aton como divinidad se remonta al reinado de Tuthmosis IV. Sin embargo, sus antecedentes más remotos son encontrados en el Primer Período Intermedio y el Reino Medio. A lo largo de las distintas épocas se puede observar un amplio desarrollo en el culto a Aton, que pasa de ser un disco -un símbolo inanimado y tangible- a una divinidad (1). [Nota Ed. Las notas se abrirán en una nueva página].
A pesar de los antecedentes, recién con Tuthmosis IV se observan algunos ejemplos que muestran a Aton como manifestación de una divinidad personificada, que acompaña al faraón en la batalla. En el escarabajo conmemorativo de Tuthmosis IV, se registra: "el rey luchó con Aton ante él" y se destaca, además, que el objetivo de la conquista es "hacer que los extranjeros sean como el pueblo (los egipcios) para hacer servir a Aton para siempre"(2). Evidentemente, el disco solar Aton adquiere aquí participación en una acción bélica, hecho que confirma no sólo la estrecha relación del disco solar con el rey, que ya aparece con Tuthmosis III, sino también la tendencia a identificar al disco solar como símbolo relacionado al imperio.
El rey es representado con un tocado con un gran disco solar masacrando a un asiático (3). Además, en el motivo de uno de los paneles del carro de Tuthmosis IV, el rey está representado por una cartela semejante al disco solar, que tiene una cabeza de halcón y brazos, con los que da muerte a un enemigo (4). Ambas escenas son parte de la ceremonia de la muerte ritual del enemigo por el faraón.
En una estela de piedra caliza, encontrada cerca de la esfinge de Giza, probablemente erigida por Tuthmosis IV (5)como un monumento para su padre Amenofis II, se representa el disco solar con ureus, el símbolo del poder real. Desde el disco solar parten dos rayos en forma de brazos que terminan en manos, los cuales abrazan una cartela real en señal de protección (6). El disco solar con sus dos rayos en forma de brazos, en la estela de Amenofis II, podría tal vez ser considerado como un antecedenete iconográfico del disco solar de Akhenaton. La idea de protección también es expresada en las escenas de El Amarna, durante el reinado de Akhenaton, donde el rey está representado bajo el disco solar, Aton, y uno o más de sus brazos lo alcanzan y rodean su cintura (7).
En definitiva, el sol radiante con sus brazos extendidos no fue una invención de Akhenaton. Este rey habría desarrollado esta idea de Tuthmosis IV en la estela de Giza, en la conocida representación amarniana del disco solar que emite numerosos rayos en forma de brazos que terminan en manos.
El culto del disco solar, Aton, se desarrolló rápidamente bajo Amenofis III, pero no amenazó seriamente la primacía de Amón. El "segundo profeta de Amón" en el reinado de Amenofis III se llamaba también "el servidor del dios Aton"(8). Este texto muestra a Aton como divinidad personificada y señala como posible la existencia del culto al dios Aton en Tebas, junto al culto a Amón.
El "Himno solar a Amón" (9), compuesto durante el reinado de Amenofis III por los arquitectos del rey, Suty y Hor, contiene ideas y frases muy parecidas a aquellas encontradas en el "Himno a Aton" del reinado de Akhenaton. Evidentemente, las ideas expresadas en este último no fueron totalmente nuevas, ni ciertamente lo fueron las frases con las que esas ideas fueron expresadas.
El himno al dios sol compuesto por Suty y Hor no sólo fue, tal vez, la expresión más clara de la teología solar del período, sino que constituye una estrecha aproximación al "Himno a Aton" de Akhenaton (10). En el himno compuesto por estos arquitectos se presta exclusiva atención al dios Amón-Ra, dios de poder universal, a quien se llama: "El Señor único". Sin embargo, no se excluye la devoción a otros dioses. Amón-Ra, como luego ocurrirá con Aton, simboliza la protección universal de todas las cosas vivas en todas las regiones del imperio. De este modo, el dios sol, como personificación del poder solar, era el dios supremo y creador, y, en consecuencia, era fuente de vida.
La existencia de títulos como "escriba del tesoro del templo de Aton" y "Mayordomo de la mansión del disco" (11) establecen la posibilidad de la construcción de una capilla a Aton, en o cerca del recinto del gran templo de Amón en Karnak (12).
Un escarabajo de Amenofis III encontrado en Sedeinga, Nubia, menciona al disco solar como: "Aton, señor heliopolitano de los Dos Países" (13); epíteto que hace alusión al señorío de este dios en las dos partes de Egipto.
El rey es identificado con el disco cuando adopta el nombre de "el disco solar deslumbrante", aplicado a su palacio de Malkata, a una compañía militar y a su barca real (14). El rey es "el divino dios que emerge desde Aton" (15); expresión que revela la condición divina del rey y describe su nacimiento físico, como hijo del mismo dios.
También, durante el reinado de Amenofis III, las acciones atribuidas normalmente al rey en su aspecto de "gobernante del mundo" son, ahora, aplicadas al disco solar. Aton es el "disco solar deslumbrante de todas las tierras", demostrando así una aproximación a la conocida imagen, de la época de El Amarna, de Aton como el "gobernante del mundo". Aton no se ha apropiado aún de las cartelas reales, como lo hará durante el reinado de Akhenaton (16), pero comparte epítetos con el rey.
Durante el reinado de su padre, Amenofis III, el rey será identificado como el "disco solar de todas las tierras (17), en relación al dominio universal real, y como el "disco solar deslumbrante a la cabeza del ejército", en textos donde el faraón es descripto como un conquistador.
La identificación del disco solar con el rey es un recurso utilizado por Amenofis III que lo habilita en su función de gobernante del imperio (18). El disco solar es el símbolo de la idea imperial, representada en una forma visible. Aton representa el poder real, poder divino por excelencia, pero animado, adorado bajo la forma del disco solar. El disco llega a ser la representación de la idea del señorío del mundo. Por consiguiente, Amenofis III se identifica con el "disco solar deslumbrante", Aton, para demostrar que ha adquirido el gobierno del imperio.
En conclusión, las fuentes estudiadas revelan que el culto a Aton se habría desarrollado notablemente bajo el reinado de Amenofis III.
1. Primera etapa: Aton como dios antropomorfo
Desde comienzos del Imperio Nuevo son conocidas las representaciones de dioses con cabeza de halcón (19). Sin embargo, recién a comienzos del reinado de Amenofis IV, en los textos, aparece mencionado el dios halcón Ra-Harakhte asociado inequívocamente con el disco solar, Aton (20).
En uno de los bloques procedentes del Pílono X del templo de Amón en Karnak, el dios Ra-Harakhte está representado con el disco solar sobre su cabeza (21). En este relieve, Amenofis IV ofrece una bandeja con comestibles o vegetales -lit. "dando varias hierbas"- a este dios con cabeza de halcón (22). Una mesa completa de ofrendas, consistentes en flores, vegetales y jarras, está representada entre el dios y el rey. En esta primera etapa iconográfica, Ra-Harakhte es representado con un disco solar sobre su cabeza, el cual es usualmente muy grande y está equipado con un ureus en la frente (23). El uso de ureus y de vestimenta y símbolos de poder tradicionales -como el cetro w3s- evidencian su conexión con el poder real y la figura del rey.
Sin embargo, el dios con cabeza de halcón no es el único invocado o adorado durante este período. En algunos de estos relieves, el dios halcón está asociado con Atum y Hathor, como en la tumba de Kheruef (24), con Amón y Khonsu, como en la tumba de Ramose (25); o con Osiris, Anubis y Amón, como sobre la estatua de un oficial (actualmente en el Museo de Brooklyn) (26).
En la tumba de Kheruef y en el bloque Berlín 2072 (27) Ra-Harakhte es llamado: "El Gran Señor, Señor de los cielos". En una estatua -en Brooklyn- él es "Ra-Harakhte el primordial creador de todo aquello que es". En la estela de Bek, el "Jefe de escultores", este dios es "el disco solar (Aton) viviente, que ilumina la tierra con su belleza" (28). En la estela de Amenmose de Heliópolis, él es llamado "Ra-Harakhte-Atum, el Señor de las Dos Tierras, el Heliopolitano, el Gran disco solar, Aton, el del rostro brilloso, el Gran Dios, Señor de los cielos" (29) . Finalmente, es llamado "el augusto dios del primordial momento".
A la luz de las representaciones mencionadas y de los epítetos utilizados, se puede afirmar que, a comienzos del reinado de Amenofis IV, aunque asociado con otros dioses, el "disco solar" adquiere, al menos, tres características propias: 1) naturaleza creadora; 2) existencia primordial, y 3) su relación con la luz solar.
No obstante, estas escenas y los textos que las acompañan indican que "las ofrendas destinadas al disco solar están sobre las mesas de ofrenda de Ra" y que Amenofis IV, el "Rey del Alto y Bajo Egipto, Nefer-Kheper-ra, Wa-en-ra, las entrega a su padre Ra" (30).
En algunos talatat, el epíteto usado para calificar a Ra-Harakhte es "el que se eleva en el horizonte en su nombre de Shu que es Aton" (31), que expresa una identificación entre "luz" o "calor", que proviene del disco o de Ra-Harakhte mismo. Esta es una aproximación a una idea abstracta: Ra-Harakhte, el dios halcón, es en realidad el calor ardiente que emana de los rayos del disco solar.
Durante el año 2 del reinado de Amenofis IV, se produce una mayor aproximación entre el dios antropomorfo y el rey. En este año, el mismo Amenofis IV comenzó a utilizar el epíteto del dios halcón -"El que se eleva en el horizonte"; mientras que, en algunas ocasiones, una sala de su palacio, que estaba destinada a la celebración del jubileo real, fue denominada como: "El castillo del que se eleva en el horizonte" (32). Esta aproximación entre el rey y Ra-Harakhte es corroborada por las representaciones del dios halcón que, al igual que el futuro Akhenaton, está representado con un vientre abultado de estilo amarniano.
Las escenas y los epítetos de los dos primeros años reflejan que el propósito de Amenofis IV fue lograr una identificación con Ra-Harakhte. Sin embargo, creemos que su intento de llegar a ser considerado como una proyección en la tierra del dios mismo no tuvo éxito.
2. La búsqueda de una imagen abstracta
En el año 3 del reinado de Amenofis IV, en los grandes bloques procedentes del Pílono X del templo de Amón de Karnak, sólo ocasionalmente se encuentra representada la imagen del dios con cabeza de halcón asociada con el disco solar y el uso del primer nombre didáctico y epítetos encerrados en cartelas, que más tarde se arrogaría el dios Aton (33).
Hasta el año 3 de su reinado, el nombre del dios Aton -"Vive Ra-Harakhte, el que se eleva en el Horizonte, en su nombre de Shu que es Aton"- fue inscripto en columnas (34) y sólo a fines de este año y a comienzos del siguiente comienzan a utilizarse dos cartelas (35).
Durante este período, existen varios intentos destinados a representar al dios mediante un símbolo abstracto.
En el bloque Berlin 2072, antes mencionado, se representa sobre el lado izquierdo al dios halcón Ra-Harakhte y sobre la derecha a un gran disco solar con dos ureus, que sostienen dos símbolos de la vida ('nh). Debajo del disco solar se representa al rey rodeado por tres símbolos de la vida suspendidos en el aire. Es significativa la falta de rayos o brazos, que en las escenas amarnianas eran los que entregaban vida al rey.
Evidentemente, estas representaciones gráficas corresponden a una etapa intermedia en el desarrollo iconográfico del dios Aton desde una imagen antropomorfa hacia un símbolo abstracto de mayor universalidad.
3. La imagen abstracta de Aton
A partir del año 5 del reinado de Amenofis IV, las escenas representadas en las tumbas de los altos funcionarios, primero, en Tebas y, luego, en El Amarna evidencian un mayor desarrollo iconográfico en la búsqueda de una imagen abstracta para este dios.
En esta última etapa iconográfica se advierten algunos cambios significativos desde el punto de vista artístico.
La imagen del hombre con cabeza de halcón y disco solar es reemplazada por la de un disco solar con una serie de extensos brazos que terminan en manos.
La gran innovación de la nueva iconografía son los rayos del sol con forma de brazos (36). En el arte amarniano estos brazos desempeñan tres funciones: 1) brindan vida y prosperidad al oficiante de una celebración; 2) protegen al rey y a su ureus, y 3) toman posesión de las ofrendas destinadas al dios.
Las manos de los rayos del dios Aton sostienen generalmente dos símbolos: el 'nh y el cetro w3s, que representan la "vida", la "prosperidad" y el "dominio" otorgados al rey. Estos no siempre son dirigidos hacia el rostro del rey o de la reina. En algunas escenas, los brazos que los sostienen descienden hasta la cintura de la figura real y la rodean en señal de protección (37).
La protección del rey y de la reina por los brazos del dios simbolizan una vez más la estrecha unión establecida entre el rey y reina y el dios Aton. Sin embargo, creemos que la aproximación entre ambos mundos -el divino y el terreno- es mutua. Por un lado, el dios al extender sus brazos y proteger al rey desea alcanzar el mundo terreno y el dominio temporal del rey, como lo confirma además el uso de cartelas reales. Por su parte, el mismo rey aparece representado acariciando las cartelas del dios, en señal de adoración (38).
Por otra parte, el disco porta sólo un ureus, que está colocado sobre éste y no suspendido como el doble ureus de las representaciones más tempranas. La fijación del ureus sobre la parte superior del disco simboliza que el dios Aton está habilitado -es decir coronado- en su función como "gobernante del mundo".
El desarrollo de la iconografía de Aton de un dios antropomorfo a un símbolo tangible como la de un disco está también reflejada en otro de los nuevos epítetos, que aluden a su poder de creación. El rey hace referencia al disco solar como "el que se construye a sí mismo con sus propias manos y sin artesano" (39); expresión que alude a su autocreación.
Es notable que la mayor parte de las escenas que reflejan la nueva iconografía pertenece a construcciones realizadas con talatat (o pequeños bloques) y no a grandes bloques como los procedentes del Pílono X de Karnak. Esto nos permite suponer que se emplearon bloques pequeños y de material más fácil de trabajar a fin de agilizar los trabajos correspondientes a las nuevas construcciones dedicadas a Aton, primero, en Karnak y, luego, en El Amarna.
De las fuentes estudiadas se puede deducir que el arte amarniano implicó, en algunos casos, una renovación y, en otros, una innovación plena de las normas y estilos artísticos. El arte de El Amarna puede ser caracterizado como "naturalista" y "realista". El naturalismo no implica un realismo absoluto o una fidelidad fotográfica, sino más bien un propósito excesivo de servir a la naturaleza, que en algunas ocasiones llega a la caricatura y a la deformación. Los retratos del rey, su familia y los altos funcionarios se diferenciaron notablemente de aquellos realizados durante las épocas anteriores, donde los rasgos personales quedaban cubiertos por el tipo idealizado que mejor podía servir a la eternidad. Durante el reinado de Akhenaton, la eternidad no tuvo un papel preponderante, ya que el arte trató de captar lo momentáneo y de destacar la línea, el ritmo y el dinamismo de las formas. Los frescos de dos de los palacios de El Amarna (40) reflejan el intenso amor a la naturaleza y el nuevo estilo artístico. En ellos se utilizan algunas técnicas que producen efectos, tales como los movimientos enérgicos, la sensación de fuerza y la vivacidad, pero todos ellos están inmersos en un conjunto de formas y líneas suaves y de colores tenues al servicio de la naturaleza.
Uno de los objetivos del arte amarniano fue el abandono en las formas artísticas del concepto de la naturaleza como una realidad eterna e inmutable y la adopción de una naturaleza regida por los aspectos de la vida cotidiana. Esto llevó al desarrollo de dos nuevos conceptos, como el espacio (41) y el tiempo, redefinidos en función de la nueva política real. En las estelas y relieves de El Amarna (42) se representa al dios Aton dominando casi todo el espacio y se reserva sólo un sector del mismo para el rey y su familia, quienes son abrazados por los rayos del sol que terminan en manos en señal de protección. Otro de los rasgos característicos del período fue la ausencia de la solemnidad con que Akhenaton y su familia se mostraron públicamente. El arte plasmó la imagen de una familia real atípica, representada, ahora, en escenas de la vida cotidiana (43). Durante los reinados anteriores, las formas en que el rey fue representado reflejaban la concepción vigente acerca de la naturaleza del estado. En cambio, bajo Akhenaton, el rey es representado sólo como hombre. El arte amarniano fue el reflejo de la política real, al destacar la imagen de un dios y de un rey más humanos y de un poder más secularizado y absoluto. A pesar de todo, la iconografía amarniana no se contradice con la idea de la divinidad del rey, sino que, por el contrario, se articula con la dualidad típica de la ideología político-religiosa de la época, que sostiene la necesidad de un rey-dios capaz de centralizar en sus manos todos los mecanismos de control de un estado, pero a través de un proceso de mayor secularización.
La reforma de El Amarna realizada por Akhenaton implicó, en particular en el ámbito religioso, el desarrollo de una religión y de una idea del sol más universal. Akhenaton elige a Aton como manifestación visible del disco solar, que se convierte en el centro de la reforma. La religión asume rápidamente el carácter de doctrina monoteísta. La reforma amarniana no es un acontecimiento repentino. Tiene un período de preparación y es consecuencia directa del desarrollo de la idea imperial.
Las innovaciones introducidas por Akhenaton en la religión y el gobierno del estado deben ser interpretadas en el contexto del proceso iniciado durante el reinado de su padre, Amenofis III.
El desarrollo del culto de la monarquía y la fuerte centralización política son diferentes aspectos de un contexto más amplio que abarca el reinado de Amenofis III. Es así como durante el reinado de este último se establece el culto al rey viviente.
Akhenaton, debido a circunstancias políticas internas particulares, debió fortalecer la imagen del faraón y en consecuencia el poder real. El monoteísmo impuesto por este rey deriva de un proceso tendiente a lograr una mayor centralización política.
Las fuentes contemporáneas (44) y de época posterior (45) indican que Akhenaton introdujo cambios en el manejo interno del estado respecto del existente desde comienzos de la dinastía XVIII, con resultados no siempre positivos.
En lo referente al manejo del gobierno, las innovaciones introducidas por Akhenaton consistieron en: 1) enfatizar aún más los aspectos divinos de la monarquía y del rey, 2) la delegación de algunas de las responsabilidades del rey en manos de una nueva burocracia, 3) la centralización de la economía nacional en la ciudad de Akhetaton, desarticulando las economías locales y 4) la pérdida por parte de las viejas familias sacerdotales y de altos funcionarios de sus cargos y recursos. R.J. Leprohon (46) sugiere que estos cambios fueron dejados sin efecto en parte por los reyes posteriores mediante decretos.
En lo que hace al ámbito religioso, algunas de las innovaciones se produjeron a partir de su 4º año de reinado, en que el nombre del dios Aton -"Ra-Harakhte, el que se eleva en el horizonte, en su nombre de Shu que es Aton" (47) - es inscripto dentro de una cartela similar a la utilizada por los reyes, hecho que demuestra que a partir de este momento este dios fue tratado como un gobernante. Si bien el nombre de Aton incluye aún los nombres de Horus y Shu, la iconografía de Aton sufre algunos cambios, ya que este dios, hasta entonces representado bajo formas antropomorfas y zoomorfas y asociado con el dios halcón, ahora será representado como un disco solar con rayos que terminan en manos (48), lo que evidencia un avance en la búsqueda de un dios más universal.
En el 6º año de su reinado, el rey cambió su nombre "Amenofis" ("Amón está satisfecho") por el de "Akhenaton" ("El espíritu efectivo de Aton") y la reina Nefertiti asumió, junto a su nombre, el de "Neferneferw Aton" ("Hermoso de belleza es Aton") (49). Algunos altos funcionarios de la corte cambiaron también sus nombres por otros que contenían el nombre de Aton: Atenhotep, Atenemhat y Meketaton (50). Los cambios en los nombres reales o de particulares reflejan la elección de Aton como el nuevo dios del estado.
En el año 6 del reinado de Akhenaton, la residencia real y capital se trasladó desde Tebas, en el Alto Egipto, hacia "Akhetaton" ("el horizonte de Aton") (51) en la actual Tell el Amarna, en el Egipto Medio. Las fuentes revelan que Akhenaton eligió este sitio no sólo como sede de su gobierno, sino también como la residencia y propiedad de su dios. Sobre las colinas adyacentes al núcleo urbano, a oriente y a occidente del Nilo, hizo erigir catorce estelas (52) esculpidas en la roca, que constituyen los límites de la nueva ciudad y registran textos datados, en su mayor parte, en el año 6 de su reinado. En las "estelas limítrofes K y X", datadas en el año 5 de su reinado, Akhenaton afirma: "Yo mismo fundaré Akhetaton como residencia para Aton, mi padre (...). Delimitaré Akhetaton en sus lados sur, norte, oeste y este" (53). El hecho que el rey mismo afirmara su deseo de fundar una ciudad no fue un acto innovador y tampoco lo fue que la corte se trasladara hacia un sitio nuevo, ya que esto sucedió durante la dinastía XII cuando se fundó la ciudad de Ittawy, en Egipto Medio, como residencia real y capital sin tradición.
La innovación de Akhenaton constitió en la particular forma en que efectuó el rito fundacional, que hace de esta ciudad la sede más prístina para una realeza de origen divino. En la "estela limítrofe S" se afirma que: "El rey se dirigió a Akhetaton en el primer aniversario de su visita a la (ciudad), la que su Majestad (...) fundó como un monumento para Aton, de acuerdo a la orden de su padre Aton" (54). El territorio es consagrado al dios Aton, por lo que el gesto asume el carácter análogo a una fundación divina. Asimismo, Akhenaton jura que "cuando ellos (el rey, la reina y su hija Meritaton) mueran, ya sea en una ciudad del norte, del sur, del oeste o del este, deberán ser llevados y sepultados en Akhetaton". Además, agrega que, en Akhetaton, "se construirá también una necrópolis para el toro Mnevis" (55), el animal sagrado de Ra que era adorado principalmente en Heliópolis, disposición que revela evidentemente las relaciones de Akhenaton con el clero heliopolitano y el regreso al culto solar tradicional. En definitiva, la fundación de Akhetaton es un acto de renovación, ya que, si bien se regresa al culto solar tradicional del Reino Antiguo, las formas de ese culto se renuevan en cuanto a sus expresiones simbólicas y teológicas.
El nombre de la ciudad -Akhet-Aton, el "Horizonte de Aton"- es escrito sin el determinativo de ciudad (56). Probablemente esto se deba a que Akhetaton no contaba con un pasado y tampoco era una ciudad (niwt) tradicional. Durante los reinados de Tuthmosis III y Amenofis II, el término "niwt" designaba a Tebas, "la ciudad" por excelencia (57). Es probable que Akhenaton haya ordenado omitir deliberadamente la inclusión del determinativo de ciudad, debido a que éste evocaba a "la ciudad" de Tebas y al clero de Amón. Otra explicación podría ser que uno de los dos términos utilizados para denominar a la ciudad -Akhet, el "horizonte"- fue utilizado durante el Imperio Nuevo para designar a los templos de los dioses (58) y, por lo tanto, que Akhetaton no fue considerada una ciudad sino el "Templo de Aton". La delimitación de Akhetaton mediante estelas fronterizas refleja el carácter sagrado e inviolable de la ciudad y simboliza la universalidad del Atonismo. En definitiva, las dos explicaciones son válidas y se complementan, ya que Akhenaton evitó todo compromiso con Tebas y el clero Amoniano y fundó Akhetaton como un lugar sagrado para Aton y no para los hombres.
Durante el año 6 de su reinado, Akhenaton celebró su primer jubileo y el de Aton, poniendo así de relieve el hecho de que él y su dios habían gobernado juntos, como lo señalan las "estelas limítrofes" que registran el nuevo epíteto de Aton: "El que está en el jubileo" (59). Akhenaton al celebrar jubileos junto con Aton puso de manifiesto una estrecha relación de gobierno entre el dios y el rey.
A partir del año 9 de Akhenaton, los textos registran un nuevo nombre para el dios Aton: "Ra, el gobernante del horizonte, el que se eleva en el horizonte, en su nombre de 'Ra, el padre, que retornó como Aton'" (60), que implica la eliminación de los nombres de los dioses Horus y Shu y la conservación del nombre del dios solar Ra. Mediante el nuevo nombre didáctico se reafirmó la verdadera naturaleza solar de Aton y se restableció sobre nuevas bases la doctrina heliopolitana, ya que, ahora, "Ra, el padre, retornó como Aton" (61). En las inscripciones oficiales, Akhenaton siguió utilizando el título de "Hijo de Ra" y su nombre dinástico siguió siendo "Nefer-Kheperw-Ra Wa-en-Ra" ("Hermosa es la forma de Ra, la única de Ra") (62), lo que prueba que, al menos hasta el año 12, el culto a Ra no había sido prohibido.
El nuevo nombre de Aton fue inscripto, al igual que el primero, en un cartela y contó con un nuevo epíteto: "Señor de los jubileos" (63), hecho que nos permite reconfirmar la utilización por parte del dios de prerrogativas reales, como la utilización de la cartela, como símbolo del gobierno del mundo, la datación por sus años de reinado y la celebración de jubileos.
El nuevo culto dedicado a Aton se caracterizó por su sencillez. En la religión amarniana no existen estatuas de Aton, ya que se abolió el culto divino cotidiano que se rendía a la estatua, que consistía en la apertura del naos, la adoración, la unción, la purificación con agua e incienso, la presentación del ojo de Horus o la ofrenda de Maat y el vestido y perfumado de la estatua del dios. Asimismo, los templos dedicados a Aton, construídos en El Amarna, Menfis y Heliópolis (64), ya no son lugares oscuros y misteriosos, sino que consisten en una serie de patios a cielo abierto, a fin de que puedan penetrar los rayos solares de Aton. Las ofrendas consistieron en frutas y flores (65) y la única forma de adoración fue la recitación de las alabanzas o himnos a Aton (66).
Si bien en las plegarias Akhenaton nunca es invocado como Aton, las fuentes indican que el rey fue considerado como "el que vive como el Aton viviente" (67). Akhenaton repudió el linaje divino y la teogamia, la teología sostenida durante el Imperio Nuevo según la cual el verdadero padre del rey era el dios Amón, quien se unía a la reina para engendrar al futuro rey. Según la ideología amarniana, todos los días el dios Aton se crea a sí mismo y produce mediante sus rayos solares su propia imagen, que es el rey Akhenaton. Los funcionarios Tutu y Ay dicen de Akhenaton: "Tu cuerpo es como los rayos de tu padre (Aton)" y del dios Aton: "Tu (el disco solar) lo creaste con tu imagen como Aton" (68).
Los textos y las representaciones gráficas reflejan que la religión oficial de El Amarna reconocía tres dioses: Aton, Akhenaton y Nefertiti. Las numerosas escenas de El Amarna representan a Akhenaton y su familia rindiendo culto a Aton, a los funcionarios adorando al rey, y a Nefertiti dando ofrendas a Aton y tomando el lugar de una diosa (69).
En sus títulos el rey es llamado: "el buen dios"; mientras que en los himnos y plegarias se destaca su nacimiento como "hijo físico de Aton", al definir al rey como: "el hijo que salió del cuerpo de Aton (70). Además, la mayor parte de las plegarias fueron dirigidas a Akhenaton. Ay y Ahmose piden a Akhenaton beneficios funerarios, al decir: "¡Concédeme un buen entierro por orden de tu ka en la tumba que tu me asignes para descansar!"; "¡Permite que yo sea un seguidor del buen dios (Akhenaton) hasta que me asigne el entierro que él da!" (71); inscripciones que indican que el rey fue el centro del culto dedicado a Aton y que los funcionarios dependían de su rey dios para acceder a las "enseñanzas" de Aton.
En el "Himno breve a Aton" el mismo Akhenaton afirma que Aton era su dios personal, como lo confirma el título del himno "la adoración de Aton (...) por el rey (...) Akhenaton" (72). El culto a Aton no se extendió más allá de la familia real como expresión religiosa efectiva, ya que ese culto fue considerado como la religión exclusiva del rey y de su familia. Es así como Akhenaton afirma: "Aton (...), tu estás en mi corazón y no hay nadie que te conozca excepto tu hijo, Akhenaton, a quien tu enseñaste tus caminos y tu poder". El único iniciado y conocedor de la doctrina atoniana fue el rey. El texto continúa: "Tu (Aton) estás delante de la gente. Pero ellos no ven tu camino (...) ¡Qué numerosas son tus obras! Ellas son incognoscibles para el rostro (de los hombres)" (73). En este texto se destaca la incognoscibilidad de Aton que, si bien está tan explícitamente delante de los ojos del mundo, no es conocido sino a través del rey, que es quien realmente conoce los designios y la naturaleza del dios. El papel del rey como intérprete y colaborador en la creación fue expresado también mediante el arte, ya que Aton ilumina con sus rayos benéficos y activos las escenas de las tumbas y de las estelas (74) de El Amarna, pero siempre aparece junto al rey, como si la capacidad creativa y providencial del dios no pudiese cumplirse realmente en el mundo sin Akhenaton.
El carácter autoconcentrado de la fe de Akhenaton, el hecho que sólo la familia real debiese a Aton una lealtad disciplinada y razonada, y de que todos los adeptos del faraón estuviesen obligados a consagrarle a él toda su devoción, explican por qué la nueva religión se derrumbó después de la muerte de Akhenaton. En su derrumbe también tuvieron importancia factores políticos y económicos, aunque el hecho que los funcionarios tuviesen contacto con su dios sólo mediante el culto que rendían a Akhenaton, demuestra el carácter efímero de aquella religión. En consecuencia, el Atonismo enseñaba que el rey era lo esencial, por cuanto él era el único intermediario entre el dios y los hombres.
Los himnos y plegarias dedicadas a Aton no tienen contenido ético. La religión de Akhenaton fue intelectual más que ética, ya que los conceptos del "bien" y del "mal" sirven sólo a la constante reiteración de que "lo nuevo era lo bueno" y "lo antiguo lo malo". Los beneficios que concedió Aton fueron materiales y no éticos, ya que fue considerado como "el creador de la vida (...), el que hizo la tierra de acuerdo a su úncio deseo". Como creador y sostenedor de vida, el disco solar fue llamado: "El Aton viviente, el Señor de lo que fue creado y de lo que existe" (75), epíteto que refleja su poder absoluto y universal. Además, Aton no es un dios compasivo con los hombres, ya que en los himnos a Aton no se registran expresiones como "él que escucha el llanto de los pobres" o "él que es compasivo con los enfermos" (76), que fueron atribuidas comúnmente a los dioses Ra, Amón y Atum. Por otro lado, al creyente se lo exhortaba a que sintiese gratitud por la vida que recibía, pero en ningún texto se le pide que ofreciese al dios una vida justa y éticamente correcta en sus relaciones sociales y en su propia persona. Incluso el sentido ético atribuido comúnmente a Maat es puesto en duda, por cuanto la relación entre el rey y la sociedad al otorgar Maat es -según Anthes- puramente administrativa y carece de carácter moral (77).
Lo cierto es que el Atonismo fue autóctono en la religión egipcia y único en ella. Fue autóctono porque el estado egipcio se instituyó sobre el dogma de que el faraón era un dios y el intermediario entre el pueblo y los otros dioses; así la doble relación, en la religión de El Amarna, conservaba lo esencial del pasado. Fue único porque todos los dioses que no eran el faraón fueron convertidos en un solo dios por un proceso de progresiva exclusión más que de sincretismo.
Durante el reinado de Akhenaton Maat continúa siendo -aunque renovado- un concepto de vital importancia en relación al manejo del gobierno. De este modo, el rey es aquél que -como Ra- "engendró a Maat"; "vive de Maat"; es el "gobernante de Maat" o "se regocija con Maat" (78). Asimismo, Akhenaton "pone Maat en el cuerpo" de sus funcionarios y gracias a él "la boca del (muerto) está completa de Maat" (79) y no necesita justificación en ningún juicio póstumo. Evidentemente, la relación entre Maat y los funcionarios es puramente administrativa y jerarquizada, por cuanto el rey es el único que conoce los planes del dios y que tiene la autoridad y capacidad para establecer Maat, es decir "aquello que es justo" en lo que se refiere al manejo del estado. Los funcionarios de El Amarna -como Tutu y Ay- manifiestan haber asimilado la "enseñanza de vida" impartida exclusivamente por Akhenaton, quien los ha convertido en "seguidores de Maat". Tutu dice de sí mismo: "Fui un servidor favorecido por su Señor; (ya) que su enseñanza y carácter están en mi interior []. Hablo a su Majestad con Maat, [por]que se que él vive de ella (...). Todos los días, él madrugaba para enseñarme, debido a todo lo que yo ponía en cumplir con su enseñanza (...). Soy su seguidor y él se apresuró en favorecerme, porque yo cumplía con aquello (Maat) que salía de su boca"; y Ay confirma: "Mi Señor me enseñó y yo cumplo su enseñanza (...). ¡Cuán feliz es el que escucha tu enseñanza de vida!" (80), lo que indica que Akhenaton es el único capaz de enseñar "aquello que es justo" en lo que hace a la administración del estado.
Además, los funcionarios afirman que: "Realizan Maat en favor del rey"; "hablan al rey con Maat" o "elevan Maat a su Majestad" (81), por lo que se puede concluir que Maat asciende desde los súbditos hasta los funcionarios y por intermedio de estos se eleva hasta alcanzar al rey. R. Anthes (82) explica este concepto mediante una metáfora, cuando dice: "Maat no es una concepción de la realidad efectiva o de la realidad en cuanto es perceptible por el entendimiento y los sentidos; pero es, sí, una gran fuerza efectiva, que mantiene en cohesión al mundo, al modo de la savia que penetra las raíces del árbol y asciende hasta alcanzar la cima, vivificándolo y dándole estructura y forma". Durante el reinado de Akhenaton, el gradual ascenso de Maat expresó evidentemente la lealtad de los funcionarios y el grado de aceptación real.
El dios Aton no tiene carácter ético, ya que su función de guía de la vida moral -en lo que respecta al cumplimiento de las funciones públicas regidas por el estado- es cumplida por Akhenaton. Las inscripciones registran que Aton fue llamado "el que se satisface con Maat" (83), es decir, el que acepta Maat como una ofrenda personal del adorador. En la tumba de Ay, se registra una plegaria dedicada a Aton que dice: "Tu (de Aton) hijo (Akhenaton) ofrece Maat a tu bello rostro" (84), que permite confirmar que la "verdad" no es impartida sino recibida por este dios. Akhenaton es puesto en estado de Maat por la lealtad de sus funcionarios y su ofrenda al dios Aton es el símbolo de que el país se encuentra en estado de Maat, es decir "en orden". En definitiva, Maat ha descendido de su posición divina trascendente al interior del hombre para ser una categoría de su estado de espíritu. Maat ya no es la personificación -entendida como deificación- del orden social y de la justicia, sino "la expresión de un estado del individuo que concurre a la creación de un mundo bueno: conciencia de libertad natural, pasión de sinceridad, espontaneidad de vida armónica que mantiene en funcionamiento y equilibrio el mundo y la sociedad y asegura su perfección" (85).
En la tumba del visir Ramose, en Tebas, y aún con el nombre de Amenofis (IV), el rey aparece representado sentado en el trono, pero quien está a su lado como compañera no es la reina sino la diosa Maat (86). Su rol como gobernante lleva implícito, ahora oficialmente, la función mitológicamente secular y tradicionalmente real de mantener el orden cósmico. En esta representación se coloca al rey fuera del mundo terreno y de cualquier control y se concreta la mayor aspiración de la realeza egipcia, el logro de una mayor centralización política. El rey tiene, otra vez, el derecho a ser rey absoluto, desligado de cualquier tradición humana. Es el ideal político -aunque renovado- del Reino Antiguo, que veía en el rey al "dios" por excelencia, que sostenía no conocer otro culto como no fuera el que se manifiesta a través de su gobernante y que concentraba a Maat en la voluntad real. Esta celebración del "orden cósmico" es la expresión de la función demiúrgica del rey y de su poder absoluto.
En el concepto de Maat se unen y justifican mutuamente la religión y la política. Sólo el culto a Aton, la manifestación más impersonal y universal del sol, puede justificar el retorno a una monarquía absoluta, libre de todo compromiso político, social, económico y religioso.
El arte amarniano fue el resultado de un largo proceso de secularización del estado y de centralización del poder. En el arte de la época de El Amarna se plasma la imagen de un dios que se acerca al mundo terreno al proclamarse como "gobernante del mundo" y la de un rey que, si bien no llega a deificarse en vida como lo hizo su padre, logra una mayor aproximación al mundo de los dioses. La iconografía amarniana se articula con la dualidad típica de la ideología político-religiosa de la época, que sostiene la necesidad de un rey-Horus capaz de centralizar en sus manos todos los mecanismos de control de un estado, pero a través de un proceso de mayor secularización.
Sólo el Atonismo podía justificar el regreso a un gobierno absoluto, en que la religión y la política se entremezclaban en torno a la figura del rey.
La imagen del dios Aton como el "disco solar" o el "circuito del sol" es un símbolo que representa el señorío del mundo. El rey, al identificarse con el disco solar, es habilitado en su función de gobernante del imperio y legitima su función como garante del orden cósmico y del estado egipcio.
En conclusión, el disco del sol es la imagen que representa a la unión entre la religión y la política en el gobierno de un estado plenamente secularizado por Akhenaton; mientras que en el ámbito internacional llega a ser el símbolo de la idea del imperialismo egipcio.
(*) A fin de facilitar su lectura por Internet, se ha presentado un resumen del trabajo original de investigación realizado bajo la dirección de la Dra. Alicia Daneri Rodrigo (Universidad de Buenos Aires y PREDE-CONICET) (1996-1997).