Transoxiana 8 - Junio 2004 |
Abstract: The paper deals with the importance of the trends developped by the members of secret organisations that assembled the arabs of the ottoman empire on the groups of officers that took the power in many arab countries after the independence. We are mainly concern about the activities of the general Aziz al-Masri and his teachings to the Young Officers of Egypt.
Résumé: L’article est une recherche sur l’influence des initiatives prises par les membres des organisations secrètes qui ont ressemblé les arabes de l’armée ottomane dans le développement des groupements militaires qui ont pris le pouvoir dans le monde arabe à la suite de l’indépendance. Nous sommes concernés principalement par les activités du géneral Aziz al-Masri et sa liaison avec les Jeunes Officiers d’Egypt.
El tema de las sociedades secretas creadas por árabes en el Imperio Otomano en la época anterior a la I Guerra Mundial no ha recibido apenas atención en Occidente. La falta de colaboración con los aliados durante la guerra ha hecho que su papel como creadoras y difusoras de ideas nacionalistas haya sido relegado a un segundo plano. Sin embargo las figuras que se desarrollaron en su seno han tenido importancia durante mucho tiempo, tanto por sí mismas como por el papel de mentoras de los líderes árabes más destacados, llegando hasta Anwar al-Sadat. Por ello creemos que una visión panorámica de la historia árabe de la primera mitad del siglo XX quedaría incompleta sin una mención al menos a estas sociedades.
Para comprender correctamente el papel que desempeñaron las sociedades secretas árabes hemos de tratar primero el medio en el que surgen y el desarrollo que tenían por entonces las ideas nacionalistas árabes, en cuya formación y evolución tendrán un papel importante.
Al comenzar el siglo el Imperio Otomano, el "enfermo de Europa", estaba gobernado por el sultán Abd al-Hamid II (1878-1909) que había suprimido nada más llegar al poder la Constitución de 1876 y había instaurado un gobierno despótico; a la supresión de la Constitución siguió la persecución de los elementos modernistas y occidentalizados, como los Jóvenes Otomanos. En los años ochenta del siglo XIX tomó el relevo de los anteriores el grupo de los Jóvenes Turcos, formado principalmente por oficiales del ejército de formación occidentalizada. De la iniciativa de los Jóvenes Turcos1 surgió el Ittihad Terakki Cemiyeti (Comité de Unión y Progreso, CUP) en que encontramos oficiales de origen árabe, especialmente iraquí. Estos oficiales eran defensores de la unidad del Imperio, pero rechazaban la superioridad de los turcos en el mismo: exigían una formación parecida a la del Imperio Austro-Húngaro, con un emperador y dos naciones. Como podemos observar se trata más de protonacionalismo que de una idea nacionalista árabe clara. Los Jóvenes Turcos necesitaban en aquellos momentos toda la ayuda que pudieran conseguir, ya que la presión del servicio secreto del sultán era fuerte y ellos preparaban el enfrentamiento con él, por lo que en sus órganos y escritos aceptaban estas tesis y se decía que era normal que cada etnia quisiera desarrollar su cultura. Sin embargo, ya por entonces la correspondencia confidencial de miembros influyentes del CUP2 demuestra que consideraban que estos elementos eran separatistas, por lo que su actitud hacia los árabes dejaba abrigar pocas esperanzas: en una carta de Nazim Bey (reorganizador del CUP en 1906) a Ishaq Suquti (uno de los cinco miembros fundadores) llamaba a los árabes "perros de la nación turca". La situación había ido madurando a lo largo de mucho tiempo y en 1907 la agitación de los distintos grupos en el seno del Imperio desembocó en la violencia. Esta se propagó al ejército de Macedonia que envió al gobierno amenazas muy subidas de tono; los de Serres dieron el ultimátum más contundente: o se restablecía la Constitución de 1876 o marcharían sobre Estambul con cien mil hombres3. El día veintitrés de julio Abd al-Hamid cedía, restableciendo la Constitución; los miembros del CUP fueron aclamados por la población como héroes y se prepararon las elecciones. Sin embargo, el vacío de poder dejado por esta agitación fue aprovechado por los enemigos del Imperio: el quince de octubre Austria-Hungría decretó la anexión de Bosnia-Hercegovina, cuya custodia le había sido entregada en 1878; el mismo día Fernando de Bulgaria decretó la independencia de su Principado y al día siguiente Creta anunció su unión con Grecia. A pesar de todos estos golpes el CUP consiguió un triunfo aplastante en las elecciones de noviembre-diciembre: de 288 escaños de la cámara sólo se le escapó uno. No pudieron disfrutar del triunfo mucho tiempo debido a la reacción de los sectores más conservadores, que tenían contra ellos dos acusaciones: las pérdidas territoriales sufridas y su actuación para secularizar el Imperio. En abril de 1909 la guarnición de Estambul enardecida por Dervic Vahdetti, líder del movimiento islámico, asaltó el parlamento y exigió la dimisión del gobierno. Abd al-Hamid no se hizo de rogar y nombró a hombres de su confianza para los puestos clave de la administración; los simpatizantes del CUP tuvieron que huir de la capital.
Tras la revolución de 1908 las relaciones del CUP con los oficiales árabes seguían siendo buenas: en septiembre de ese año se creó la Yam'iyyat al-ija' al-'arabi al-'utmani (Sociedad Arabo-Otomana de Fraternidad) y los árabes seguían desarrollando proyectos de contenido cultural como Al-muntadà al-adabi (El Club Literario) que publicaba una revista del mismo nombre. Por ello no es de extrañar el apoyo que estos oficiales dieron al CUP para derrotar la contrarrevolución de Abd al-Hamid4: dos oficiales árabes, el iraquí Mahmud Sawkat y el egipcio Aziz al-Masri dirigieron la marcha del ejército de Macedonia hacia Estambul, donde forzaron la abdicación de Abd al-Hamid, que quedó confinado en Salónica, estableciendo en el trono a Mehmet V y restableciendo la Constitución (27 de abril).
De la colaboración de los oficiales árabes quizá habría cabido esperar una actitud más favorable por parte del CUP o al menos que mantuvieran la misma ambigüedad (por no hablar de simple hipocresía) en relación a los árabes. Sin embargo, los problemas del Imperio con los nacionalismos no cesaban: la agitación en Albania iba en aumento y la actividad de las minorías en los Balcanes tenían en jaque al gobierno. Si ya hacía tiempo que los miembros del CUP se inclinaban más hacia el nacionalismo turco que hacia el otomanismo, ahora las posiciones se hicieron más claras: pretendían pura y simplemente mantener la integridad territorial del Imperio, en que la etnia turca estaría por encima de las demás, a las que se niega incluso su identidad cultural.
En abril de 1909 la Sociedad Arabo-Otomana de Fraternidad queda disuelta, el Club Literario fue prohibido poco después y los árabes que pedían autonomía y respeto a la cultura árabe dentro del Imperio Otomano fueron perseguidos.
La mayoría de los historiadores que se han ocupado de este periodo, según Ernest Dawn, lo consideran clave en el surgimiento del nacionalismo árabe5:
Zeine, Tibawi, Sharabi, Tibi and Khalidi...ven el arabismo como una reacción frente al nacionalismo turco del Comité de Unión y Progreso (CUP), que se manifestaba en la prensa y en leyes que exigían la utilización del turco en la administración, los juzgados y las escuelas.
Los árabes próximos al CUP se llevaron sin duda una gran decepción ante las medidas de "turquización" del Imperio. No descartarán la posibilidad de transformarlo en una monarquía constitucional en que tuvieran su autonomía cultural y política6, pero a partir de entonces (1909) encontramos sociedades secretas integradas exclusivamente por árabes.
La creación de sociedades secretas árabes se convirtió en una necesidad a medida que fue creciendo la represión turca, como ilustra la suerte que corrieron políticos árabes moderados que siguieron teniendo contacto con el CUP, como Abd al-Hamid al-Zahrawi. En su seno se fue produciendo un gradual avance hacia posiciones nacionalistas aunque éstas no estaban cristalizadas ni eran coherentes a la llegada de la I Guerra Mundial, como veremos. No podemos hacer una separación radical de las sociedades secretas y los partidos políticos, ya que las mismas organizaciones que mantienen reuniones públicas, como el congreso de París (18-23 de junio de 1913), han de mantener el anonimato en sus lugares de origen; a pesar de ello intentaremos aclarar a continuación el carácter de cada una. Como criterio, es evidente, el más fácil es la presencia de los miembros de la sociedad dentro o fuera del Imperio Otomano. Las organizaciones más importantes fueron: Al-Qahtaniyya (1908), Yam'iyyat al-'arabiyya al-fatah (Organización de Jóvenes Árabes, 1911), Al-Hizb al-lamarkaziyya al-idariyya al-utmaniyya (Partido de la descentralización otomana, 1912), Yam'iyyat al-Ahd (Sociedad del pacto, 1913) y Yam'iyyat al-islahiyya (Sociedad Reformista, 1913) y Al-Alam al-ajdar (El estandarte verde)7.
Ésta fue la primera organización secreta exclusivamente árabe y su fundación se produjo como reacción a la política antiárabe del CUP. Sus creadores8, Aziz al-Masri y Salim al-Yaza'iri, habían tenido una buena relación con los Jóvenes Turcos e incluso un papel destacado en la lucha contra Abd al-Hamid, pero la política panturanista no dejó otro medio que la agitación política a los elementos árabes del estado. La idea fundamental defendida por este movimiento era la creación de un Imperio Turco-Árabe a imitación del Austro-Húngaro (idea protonacionalista). La corta vida de esta sociedad se debió a la indiscreción de sus miembros civiles9 (funcionarios árabes en Estambul, en su mayoría), por la que en 1909 fue descubierta en parte y duramente reprimida; esto sirvió de lección a Aziz al-Masri, como veremos más adelante. Tras la disolución de Al-Qahtaniyya se produjo la multiplicación de este tipo de sociedades: la represión no sólo no afectó negativamente a la captación de miembros por parte del movimiento nacionalista árabe, sino que incluso aumentó su poder de atracción. Lo que sí dificultó fue la coordinación de los simpatizantes, por lo que vemos una gran proliferación de estos grupos.
Esta sociedad tuvo una enorme importancia y su actividad tuvo tres ejes básicos:
- Antes de la guerra realizaron un papel fundamental en la difusión de ideas nacionalistas.
- Tras la guerra muchos de sus miembros ocuparon puestos de importancia en la política siria y formaron el núcleo del reino sirio de Faysal b. al-Husayn (1918-1920).
- La conexión de jefes sirios y palestinos jugó un papel destacado en el nacionalismo árabe10
Podemos observar dos momentos en la evolución ideológica de esta sociedad :
El primero (1911-1913) va desde su creación en París por jóvenes estudiantes libaneses, sirios y palestinos hasta el comienzo de la I Guerra Mundial. Sus ideas no diferían demasiado de las de Al-Qahtaniyya: buscaban una unión de árabes y turcos con iguales obligaciones y derechos en un marco que permitiera el desarrollo11 de la cultura árabe. Las ideas de esta sociedad alcanzaron un gran eco gracias al periódico que editaban en Beirut: Al-Mufid. Su popularidad hizo que sus artículos se publicasen en otros medios de las capitales de Oriente Medio, como El Cairo, Estambul, Haifa y Damasco12
El primer acto destacado en que salen a la luz fue el Primer Congreso Árabe, celebrado en París (1913), en que se empiezan a perfilar algunos de sus líderes, como Abd al-Gani al-Uraysi y Salim Ali Salam. Sin embargo, el miembro más importante con mucho fue el futuro rey de Iraq, Faysal, como luego veremos.
El segundo momento de la sociedad llegó con la I Guerra Mundial; hacia 1913 había dos ramas de Al-Fatah, una en Damasco y otra en Beirut. La supresión de la rama siria del Hizb al-alamarkaziyya al-idariyya al-utmaniyya por parte del CUP provocó la preparación de una revuelta contra el gobierno turco: las consiguientes ejecuciones realizadas por el general Yamal Basa rompieron definitivamente las posibilidades de arreglo. Desde entonces se busca la independencia de las provincias árabes del Imperio Otomano, unidas bajo un gobierno exclusivamente árabe.
Otras dos organizaciones merecen mención aunque su actuación no fue efectiva más que en el terreno de la propaganda a favor de las ideas nacionalistas: Al-hizb al-lamarkaziyya al-idariyya al-utmaniyya (Partido de la descentralización otomana, 1912-3) y Al-yamciyyat al-islahiyya (Sociedad reformista, 1913).
Fue creado en El Cairo por exilados sirios y parece ser que contaban con el apoyo de Francia13; pronto crearon sucursales en el mismo Imperio Otomano, pero su acción no podía ser efectiva por la falta de coherencia interna: agrupar a hombres tan distintos como Rasid Rida, discípulo de Muhammad Abduh y cuyas opiniones panislamistas lo llevaron poco después a convertirse en el portavoz de los wahhabíes, que tomaron el poder en Arabia, y Sibli al-Sumayyil, defensor de ideas liberales y de las ideas evolucionistas de Darwin, no podía dar como resultado una acción eficaz y sirve de buena muestra del magma ideológico que preside la época.
Fue creada en Beirut por cristianos y musulmanes que defendían la descentralización; tras la prohibición de 1913 este partido desapareció y sus miembros pasaron a grupos más radicales.
Ésta es sin duda la organización secreta árabe más importante y que más atrajo la atención tanto de los ingleses como de los turcos. La nómina de sus miembros fundadores era impresionante14: Salim al-Yaza'iri (musulmán de Damasco), los emires drusos Amin y Adil Arslan, Jalil Himada (musulmán de Beirut), Amin Kazma (cristiano de Homs), Safwat al-Awwa (musulmán de Damasco), Ali al-Nasasibi (musulmán de Jerusalén) y Sukræ al-Asali (musulmán de Damasco). Era de signo claramente independentista y su actividad conoció dos periodos:
- Entre los años 1913 y 1914 la organización está presidida por la figura, objetivos y métodos de Aziz al-Misri. La actividad de este oficial árabe del Imperio es apasionante: tras su participación en los acontecimientos de 1908, pasó a Yemen, donde consiguió la pacificación de la zona. Salió sin problemas de Al-Qahtaniyya (1911) y fue enviado a Libia, donde se mantuvo tras la evacuación de los oficiales turcos, que abandonaron la Cirenaica ese mismo año. Tras mantenerse allí cerca de dos años combatiendo a los italianos con ayuda de Abbas Hilmi II de Egipto, se retiró de la zona, teniendo para ello que combatir a las tribus del desierto. Su lealtad ya había pasado a Abbas; éste promovió en el periodo anterior a la I Guerra Mundial la idea de un califato árabe con sede en Egipto15 a través del periódico del jeque Ali Yusuf y mantuvo contactos con el jerife Husayn de la Meca, los sanusíes de Libia y los idrisíes de Asir Varios agentes suyos fueron detenidos por promover estas ideas en Siria. En este contexto se produce la vuelta de Aziz al-Masri al Imperio, donde organiza Al-Ahd, que agrupaba a los oficiales árabes del ejército otomano y que en el periodo anterior a la guerra llegó a contar con trescientos quince de los cuatrocientos noventa oficiales árabes residentes en Estambul16.
Es curioso el hecho de que la actividad de Al-Ahd comenzara en Estambul, ciudad donde se produjo el encuentro de Abbas Hilmi II con Yamal al-Din al-Afgani, que animó a éste a meterse en la política de los árabes de Asia. Sin embargo, Aziz al-Masri no dirigió mucho tiempo la organización: en febrero de 1914 fue arrestado, juzgado y condenado a muerte por traición. Sólo la presión combinada de Egipto e Inglaterra (en la que hay que destacar el papel del periódico Times) pudo conseguir su salvación y liberación, trasladándose al poco a Egipto. La deposición del jedive por los ingleses al comienzo de la guerra acabó con cualquier posibilidad.
Segundo periodo (1914-1920). La mayoría de los oficiales árabes de Estambul, componentes fundamentales de la organización, procedía de Iraq, y la obligada sustitución de Azæz al-Masri trajo consigo la acentuación de la influencia iraquí en el movimiento. Un personaje destacó entre los cercanos a Al-Ahd en este momento: fue Sayyid Talib "el John Wilkes del movimiento árabe"17. Este mantuvo una base segura en las selvas de la parte meridional de Iraq, lugar tradicionalmente revoltoso, desde las revueltas zany hasta la actualidad, y posteriormente se puso en manos británicas para preparar una insurrección que no se produjo por la torpeza con que el gobierno inglés de la India llevó la campaña de Iraq, coronada, como es sabido, por el desastre del Kut. El hecho de que Lawrence lo incluya en Al-Ahd es extraño, pues ni por formación -no era militar- ni por su lugar de actuación -Basora- podemos pensar más que mantenía contactos con sus paisanos de Estambul. Fundó el Comité de Reforma de Basora18
En cuanto a las actividades de Al-Ahd hemos de destacar que siguieron la directriz de Aziz al-Masri: mantener la fidelidad al Imperio Otomano hasta que no se produjera una declaración inglesa a favor de la independencia y unidad árabe. Sólo tras conocer el contenido de la correspondencia Husayn-Mac Mahon se unió al-Masri a los ingleses.
El malestar de las ejecuciones y las persecuciones a las que sometían los turcos a los árabes creó un clima explosivo en Oriente Medio. Los oficiales sirios, con Ali Ridà a la cabeza, los de Iraq, con Yasin, y los civiles sirios, con Abd al-Gani al-Uraysi a la cabeza, así como otros comités de Al-Ahd y Al-Fatah, dispersos por el Creciente Fértil, acudieron a Husayn, jerife de la Meca19. Las ideas nacionalistas de este hombre eran al parecer muy tibias; sin embargo, consideraba a los Jóvenes Turcos gente desviada del Islam, corrupta, por lo que se había negado a respaldar el llamamiento a la guerra santa que habían realizado. Envió a su hijo Faysal a comprobar la situación sobre el terreno; en Damasco había tres divisiones del ejército otomano compuestas sólo por árabes, otras dos en Alepo y sólo una turca al sur del Tauro. La situación parecía buena, pero el retraso debido a las dudas que tenían los oficiales árabes, que creían en una rápida victoria alemana en la guerra, provocó la dispersión de estas fuerzas, que lucharon toda la guerra en el bando turco20.
Se ha criticado con dureza el ataque británico a los Dardanelos, ya que se considera que un ataque con esas fuerzas a Alejandreta habría podido suponer la victoria en la guerra al cubrir el flanco de los árabes, mientras éstos se revolvían contra los turcos en gran superioridad numérica. Sin embargo, la indefinición de muchos de los oficiales árabes -hay que recordar que incluso los dirigentes más nacionalistas del momento tenían un recientísimo pasado de lealtad otomana- justifican las reservas inglesas para montar una operación de tal envergadura sobre bases tan poco sólidas .
Una consecuencia directa de las maniobras de Faysal en este momento es la profundización de sus relaciones con los miembros de Al-Ahd. Con los de Al-Fatah tuvo contactos desde la misma instalación de éstos en Siria, que formarán parte de su reino en Damasco (1918 -20) y que serán la columna vertebral de su reino en Iraq.
Como hemos visto la actividad de las organizaciones árabes en los prolegómenos de la rebelión del Hiyaz fue intensa. A pesar de ello, las acciones protagonizadas por éstas durante la guerra fueron escasas, y no por falta de oportunidades. Muy pronto los que pudieron unirse a Faysal lo hicieron de una u otra forma (como Nuri al-Said, segundo de Aziz al-Masri en el ejército regular de Husayn); éstos vieron incrementado su número a lo largo de la guerra con los prisioneros de guerra árabes, que se unían a la revuelta en muchas ocasiones (éste es un rasgo característico de la I Guerra Mundial: recordemos los soldados checos del ejército austrohúngaro combatiendo junto a los rusos) y los que permanecieron del lado turco no confiaban en absoluto en las promesas británicas21:
"A ella (al-Ahd) pertenecían siete de cada diez oficiales nacidos en Mesopotamia, y su sigilo era tan grande que algunos de sus miembros formaron parte del alto mando turco hasta el final. Cuando sobrevino el desastre y Allenby atravesó el Armageddon y cayó Turquía, un vicepresidente de la sociedad mandaba los fragmentos dispersos de los ejércitos de Palestina en la retirada, y otro dirigía las fuerzas turcas a través del Jordán en la zona de Amman. Aún más tarde, después del armisticio, importantes puestos de la administración turca seguían ocupados por hombres prontos a acometer a sus jefes a la menor orden de sus adalides árabes. La mayor parte de ellos no recibió jamás tal orden, pues dichas sociedades eran únicamente pro-árabes, dispuestas a luchar sólo por la independencia árabe y no veían ninguna ventaja en apoyar a los aliados antes que a los turcos por cuanto no creían en nuestras promesas de libertad".
Por tanto podemos limitar la cooperación de las organizaciones secretas árabes a los elementos dispersos que recibieron forma de manos de Aziz al-Masri22 y que no tuvieron demasiada importancia en la guerra irregular planteada en Arabia.
La victoria de la Entente en la I Guerra Mundial y el hundimiento del Imperio Otomano trajeron consigo la creación de una entidad política de vida efímera: el reino sirio de Faysal b. al-Husayn con capital en Damasco. Los problemas con los que se enfrentó el régimen ante las potencias europeas son conocidos y han dado lugar incluso a películas; sin embargo, vamos a centrarnos en los problemas internos que la forma adoptada por el movimiento árabe, antes y durante la guerra, provocó en el estado sirio. El sostén del reino serán las tropas de origen hiyazi, y los iraquíes y sirios que durante la guerra se habían unido a la revuelta árabe en el sur, que en muchos casos procedían de Al-Ahd y Al-Fatah. Lógicamente esto provocó grandes problemas con las familias que habían detentado tradicionalmente el poder en el país bajo la dominación otomana. Los recién llegados no eran generalmente hombres de sólida posición en sus lugares de origen, lo que hizo más difícil su aceptación por las clases acomodadas23 de Siria. Esto supuso un enfrentamiento que se manifestó en la creación de dos formaciones políticas:
a) La de los notables damascenos: Al-Hizb al-Watani al-Suri (Partido Nacionalista Sirio) creado en enero de 1920 y dirigido por al-Bakri y al-Rikabi. La ascensión de iraquíes, palestinos y sirios de poca relevancia social llevó a esta formación a rechazar las ideas nacionalistas árabes y a buscar los intereses particulares de Siria24 Debido a ello contactaron con los franceses, por lo que los denunció Ihsan al-Yabiri, chambelán de Faysal en Siria25:
"Estos notables prefirieron pedir protección al oficial francés agregado antes que perder su privilegiada posición. Acabaron formando un partido de descontentos retrógrados y reaccionarios que permaneció inactivo hasta la invasión del ejército francés"
b) Hizb al-Istiqlal al-Arabi (Partido de la Independencia Arabe). Este partido político, creado en febrero de 1919, fue en principio una extensión de la organización al-Fatah. Tenía la ventaja de aceptar a todo el que quisiera adherirse, sin por ello entrar a formar parte de al-Fatah. Su popularidad fue grande y llegó a contar según algunas fuentes, seguramente un poco exageradas, con 75.000 miembros. Su objetivo era la consecución de un reino árabe unido e independiente y contaba con la ayuda económica de Faysal26.
La unidad del movimiento nacionalista árabe se vio comprometida seriamente por la política adoptada por el emir Faysal hacia Palestina, que era, no lo olvidemos, parte de su reino. Mientras los palestinos veían en el reino árabe una salvaguarda contra la penetración colonial inglesa y el sionismo, un sustituto del Imperio Otomano en esas funciones, Faysal no podía prescindir del apoyo británico y buscaba ayuda contra Francia, por lo que firmó el acuerdo de enero de 1919 con Chaim Weizmann, alejándose así de algunos de los grupos que de forma más entusiástica lo apoyaban.
Creemos que la experiencia política del Reino de Siria es de gran utilidad para comprender aspectos esenciales de la política de Oriente Medio en este siglo: por un lado vemos la incapacidad del movimiento nacional árabe para llegar a una colaboración satisfactoria con las fuerzas locales sirias, aspecto que dará también al traste con la experiencia de la R.A.U. en 1961. Por otro lado observamos el nacimiento de nacionalismos locales -sirio, palestino..- que dan prioridad a sus intereses frente a los del movimiento árabe; y finalmente la utilización del problema de Palestina como bandera, sin corresponderse con una preocupación real y sacrificándolo cuando la conveniencia política así lo indicaba.
La conferencia de San Remo (abril de 1920) otorgó a Francia el Mandato sobre los territorios que ocupan actualmente Siria y el Líbano; las ambiciones de Faysal, sin el apoyo británico, tenían pocas opciones de éxito. En el momento del ataque francés (el general Gouraud entró en Damasco el 25 de julio de 1920) Faysal no podía contar con más apoyo que el de su ejército del Hiyaz y tenía en su contra a la élite local y a los cristianos del Líbano, que habían aceptado de mala gana su integración en el reino de la Gran Siria27. La derrota militar de Maizalun28 certificó la ocupación francesa y los partidarios de Faysal huyeron a Iraq o se unieron a Abd Allah en Transjordania.
La relación de Faysal con los responsables de la política británica en Oriente Medio y las características del país llevaron a la creación de una entidad política que agrupaba las antiguas provincias otomanas de Basora y Bagdad, bajo tutela británica, y que adoptó la forma de monarquía parlamentaria.
La situación de Iraq era muy tensa, ya que, aunque los árabes eran mayoritarios, convivían con turcomanos, kurdos y asirios; los conflictos entre sunníes y sîcíes y entre campesinos y beduinos también eran frecuentes. Sin embargo el gobierno de Faysal consiguió mantener el control de la situación e incluso un cierto grado de autonomía frente a los británicos, cuyas ambiciones satisfizo otorgándoles la concesión petrolífera del norte del país, que antes de la guerra tenía la Turkish Petroleum Company y que pasó a la Iraq Petroleum Company29 (1922). Estas buenas relaciones sirvieron para que en 1925, al concederse a Inglaterra la antigua provincia otomana de Mosul -reclamada por Turquía- ésta pasara a integrarse en el Reino de Iraq, contrariamente a lo sucedido en Siria, donde los franceses, en malas relaciones con los nacionalistas, cedieron Alejandreta a Turquía (1939).
Al crearse el estado iraquí, Faysal confió los puestos más destacados de la administración y del ejército a antiguos oficiales del ejército otomano que habían formado parte de Al-Ahd; parece que la organización no asumió en Iraq una nueva forma, al contrario que Al-Fatah en Siria, y no reanudó sus actividades, aunque los antiguos miembros siguieron en contacto. De la importancia de estos hombres da una idea el hecho de que nueve de los catorce primeros ministros de Iraq entre 1921 y 1932, y treinta y dos de los cincuenta y seis miembros de los distintos gabinetes procedían de las filas del ejército otomano30. Como ejemplo de las relaciones de estos hombres hemos de mencionar que Nuri al-Sa'id (que combatió durante la guerra del lado inglés) rescató a Yasin Hasimi (que luchó en el bando turco y fue herido en Palestina) y que fueron rivales políticos en Iraq el resto de sus días.
La vuelta de los oficiales a Iraq se prolongó durante bastante tiempo: en 1930 vuelve, por ejemplo, Tawfîq Husayn, tras dejar su puesto en el ejército turco. El carácter de este grupo de oficiales va a marcar la política del país durante mucho tiempo: su admiración por la Turquía kemalista y el hecho de haber participado en sociedades políticas que no tenían su base territorial en Iraq -su actividad se desarrolló en Estambul sobre todo- los lleva a adoptar posiciones más panarabistas que las de otros gobiernos de la zona. Por otro lado, a pesar de ser sunníes -no olvidemos que el Imperio que los reclutó para su servicio era el defensor de la sunna por antonomasia frente a la sîca, más fuerte en Persia -el carácter laico de su modelo kemalista los llevó a adoptar unas posiciones ante la religión que han sido una constante en la política de Iraq hasta no hace mucho.
La trayectoria de Aziz al-Masri tras la guerra continuó por los mismos derroteros; en 1938 alcanzó el rango de Inspector General y en 1939 el de Jefe de Estado Mayor del ejército egipcio31. Desde su privilegiada posición ejerció una influencia muy notable sobre los Oficiales Libres, hasta el punto de que los ingleses forzaron su retirada en 1940, temiendo sus posiciones favorables a los alemanes, a los que veía el general como la gran oportunidad del mundo árabe de librarse de Inglaterra y Francia. Sin embargo, esta medida no fue suficiente para alejarlo de los Oficiales Libres, como demuestra la colaboración de al-Sadat en los dos intentos fracasados de pasar a las líneas alemanas de al-Masri32 (con accidente de avión incluido, aunque sin mayores consecuencias). Más importancia tuvo su intervención para evitar el levantamiento de los Oficiales Libres, ya que como cuenta al-Sadat33: "Para nosotros el levantamiento de al-Kaylani era la señal de la lucha por la independencia y era nuestro deber seguirlo tan pronto como pudiéramos". Debido a su conocimiento de los componentes del ejército iraquí y al poderío inglés en la zona "anticipó la puñalada por la espalda que al-Kaylani iba a recibir". Teniendo en cuenta la importancia de los Oficiales Libres en la historia de Egipto, es obvia la trascendencia de esta intervención. Por otro lado, la misma forma de organizar el grupo de los Oficiales Libres y de llevar a cabo sus actividades para la consecución del poder refleja la influencia de al-Masri: el fracaso de Al-Qahtaniyya, debido a los civiles, hizo que en las siguientes organizaciones creadas por el general excluyesen a los civiles, como sucedió con Al-Ahd. Este mismo esquema será seguido por los Oficiales, lo cual será uno de los rasgos más particulares del movimiento: la diferencia con otros movimientos militares que entran en la escena política tanto en otras partes del mundo -recordemos la conexión de los militares en Hispanoamérica con grupos políticos conservadores; como en otros momentos en el mismo Egipto, por ejemplo, el movimiento de Urabi, que tuvo un amplio apoyo en medios religiosos y agrupó a bastantes civiles- es muy significativa. Hemos de recordar que no estamos hablando de un grupo de soldados de origen extranjero, como en el caso de los mamelucos, sino del ejército más popular de la historia de Egipto ya que tras la reforma militar de 1937 muchos jóvenes de clase media y de origen rural entraron en el ejército, y muchos de ellos, como en el caso de Náser, con claras conexiones con el Wafd. La tan comentada falta de un programa coherente34 en el movimiento de los Oficiales Libres posiblemente arranca de esta separación entre civiles y militares inspirada por al-Masri, por lo que creemos que el estudio de esta línea puede dar sus frutos.
En los demás estados árabes de la zona la presencia de antiguos miembros de las sociedades secretas fue residual, pues tanto el Reino de Transjordania como el formado por los saudíes estaban basados en gran medida en habitantes de zonas desérticas con escasa participación en la administración otomana, o incluso fuera de ella desde mucho antes del final del Imperio, por lo que en su formación y desarrollo políticos podemos prescindir de estos elementos.
Es
conocida la importancia del papel de los ejércitos en la
evolución política de los países árabes;
hechos como la toma del poder por parte de los Oficiales Libres en
Egipto han hecho esto incuestionable. Por otro lado, la evolución
de los grupos de oficiales del Imperio Otomano, debido a su forzado e
intenso contacto con el entrenamiento, técnicas e ideas de
Occidente, les llevó a una activa intervención
política; como es sabido, la misión militar alemana
inculcó en sus alumnos la idea del ejército como
escuela de la nación. Sin embargo, el estudio de la evolución
del nacionalismo árabe se ha ocupado más de aspectos
teóricos, como la influencia del pensamiento de Sati'
al-
Husri, que de los prácticos. Sin negar la importancia
que sus obras tienen, creemos que un estudio en profundidad de las
relaciones entre los distintos grupos de oficiales del Imperio
Otomano de principios de siglo y de los estados árabes del
periodo de entreguerras nos puede proporcionar claves de muy diverso
tipo sobre la historia de Oriente Medio durante el siglo XX.
En estas breves páginas hemos esbozado temas como la razón de la superioridad sunní en el control del estado iraquí, a pesar de ser minoría en el país (el apoyo del régimen de Faysal b. al-Husayn eran los antiguos oficiales otomanos, procedentes de un estado que era defensor de la sunna) y hemos sugerido una hipótesis a un tema de tanta importancia como la falta de base ideológica y política del movimiento de los Oficiales Libres, que, al rechazar la colaboración con civiles en la clandestinidad, aleccionados por Aziz al-Masri, conseguían el poder, pero frustraban las ilusiones que en él se habían puesto.
Creemos que un hecho que ha provocado la falta de estudios de estas sociedades es la consideración un tanto distinta de la historia de esta zona del mundo. Las diferencias que hemos apuntado con movimientos de militares de otras partes del mundo -como la alianza de los militares con partidos conservadores en Sudamérica- han sido obviadas al considerar a los Oficiales Libres de alguna manera como un grupo mameluco, de militares extraños a la sociedad egipcia, pasando por alto el hecho de que el ejército egipcio de 1952 era el más popular de la historia de país, ya que procedía de la reforma de 1937 en que se dio acceso a hombres de origen rural, por lo que la mayoría de la oficialidad, hasta entonces de origen turco o circasiano, pasó a ser pronto de origen egipcio.
El estudio de las sociedades secretas árabes nos muestra las razones de muchos de los fracasos cosechados por el mundo árabe tras la I Guerra Mundial: la dificultad para articular un movimiento coherente se debió a factores como el carácter extraño de muchos de los grupos panárabes en las tierras que debían ser la sede de la unidad árabe y su incapacidad para llegar a acuerdos con las distintas fuerzas locales. Por otro lado, los componentes de estas organizaciones no tenían un proyecto para la sociedad árabe y, aunque los unía el deseo de crear un estado árabe independiente, sus opiniones sobre lo que éste debía ser iban desde la república laica hasta el califato.
Por supuesto se puede objetar que todas estas dificultades con las que se encontró el movimiento nacionalista árabe habrían tenido menos importancia y habrían sido superadas de no haber mediado la intervención de potencias extranjeras del peso de Francia e Inglaterra. Sin embargo, la debilidad de las formaciones políticas árabes de la zona ha provocado siempre la intervención de otras potencias, como turcos, persas, mongoles.
De todas estas experiencias que se dieron en apenas veinte años, cuya repetición en una u otra forma a lo largo del siglo XX nos muestra los mismos factores, podemos concluir la imposibilidad de llegar a un estado unitario y la necesidad de articular los estados resultantes en un sistema regional que permita solucionar esas dificultades.
* Universidad de Sevilla
1 B. Tibi, Arab Nationalism: A Critical Inquiry, Hong Kong, Mac Millan Press, 1981, 107.
2 M. Sukru Haniglu, "The Young Turks and the Arabs Before the Revolution of 1908" en The Origins of Arab Nationalism, ed. Khalidi, Anderson, Murslih y Simon, Nueva York, Columbia University Press, 1991, 31.
3 R. Mantran, "Mundo Islámico: s. XIX-XX", en Historia Universal, X, Barcelona, Salvat, 1980, 84-86
4 B. Tibi, Arab Nationalism, 108-109.
5 fr. E. Dawn, "Origins of Arab Nationalism", en The Origins of Arab Nationalism, 12.
6 B. Tibi, Arab Nationalism, 109.
7 Ch. Rizk, Entre l'Islam et l'Arabisme, París, Albin Michel, 1983, 179.
8 R. Gil Benumeya, Historia de la política árabe, Madrid, CSIC, 1951, 129.
9
N. Tomiche, "Egipto, Siria-Líbano e Irak en 1850-1910",
en Historia Universal, X, Salvat, 98.
M. Muslih, "The Rise of Local Nationalism in the Arab East"
en The Origins of Arab Nationalism, 55-56
10 Idem, 168
11 R. Khalidi, "Ottomanism and Arabism" en The Origins of Arab Nationalism, 55-57
12 B. Tibi, Arab Nationalism, 110.
13 G. Antonius, The Arab Awakening, Beirut, Librairie du Liban, 1969, 110 n
14 J. Jankowsky, "Egypt and Early Arab Nationalism" en The Origins, 161.
15 R. S. Simon, "An Iraqi Ottoman Army Oficer", en The Origins, 161
16 T. E. Lawrence, Los siete pilares de la sabiduría, Madrid, Libertarias, 1990, 35
17 R. S. Simon, "An Iraqi Ottoman Army Officer", 161.
18 T. E. Lawrence, Los siete pilares de la sabidura, 40-41.
19 Ibidem.
20 Idem, 35
21 Idem, 67.
22 M. Muslih, "The Rise of Local Nationalism", en The Origins, 173.
23 Idem, 174
24 Ibidem.
25 Idem, 176-178
26 R. Mantran, "El mundo musulmán contemporáneo" en Historia Universal, X, Salvat, 115.
27 A. L. Tibawi, A Modern History of Syria, Edimburgo, Mac Millan, 1967, 330.
28 R. Mantran, "El mundo musulmán contemporáneo", 116
29 R. S. Simon, "An Iraqi Ottoman Army Officer", 161.
30 B. Tibi, Arab Nationalism, 183.
31 M. Sab, Batal la nansa-hu. Aziz al-Masri wa-'asru-hu, Beirut, Mansurat al-Maktaba al-'Arabiyya, s.d., 152-157.
32 B. Tibi, Arab Nationalism, 183.
33 Muchos son los críticos que han comentado esta falta. Para ver un ejemplo cercano a los hechos: Cfr. E. Sablier, "L'Egypte et le Panarabisme", en Orient, 4, 1957, pp. 113-119.